A todos los humanos nos resulta difícil confiar en otro ser humano “profesional de la salud mental” para explicarle nuestro malestar, y que puede ser explicado por un estado de ánimo de insatisfacción o por síntomas clásicos como la ansiedad, insomnio, mal humor, aislamiento, consumo de tóxicos, gritos o gastos innecesarios,…
Otras veces resulta aún más difícil si la raíz del problema está fuera, en la sociedad. Situaciones familiares conflictivas, allegados fallecidos, despidos laborales, desempleo de larga duración, jefes o compañeros insoportables o indeseables, mobbing en el trabajo, bulling en el colegio,… ¿Por qué voy a necesitar yo ayuda psicológica? Quizá la necesiten mi esposo/esposa, mi jefe, los compañeros,… o el Estado que hace que esté sin trabajo, o Dios que es injusto llevándose a los que más quiero,…
Podemos concluir que bien si los conflictos están dentro o fuera de nosostros, alteran el día a día o sus relaciones con sus familiares, amigos, compañeros,… Este es un buen momento para pedir ayuda. Es preferible prevenir antes que curar.