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Duelo Patológico

Duelo Patológico

No siempre el duelo sigue las pautas descritas en el artículo anterior, editado en esta Web. A veces, cuando se incrementa mucho el sentimiento de haber sido abandonado por el muerto, se producen las desviaciones del Duelo Normal, llamado Duelo Intenso, bien por que la relación es muy sentida o porque coinciden varias pérdidas a la vez, pero no es este el caso del que nos vamos a ocupar.

En la situación de Duelo Patológico existe un conflicto básico en la relación de vinculación entre el vivo y el muerto, de tal manera que el vivo queda “empantanado” en su pérdida y, en ocasiones, puede llegar  a distorsionar el sentido de dicha ausencia. A nivel psicológico decimos tanto el muerto como el vivo no se han amado en vida de forma adulta. Las causas son múltiples, desde una psicopatología del vivo o del muerto, hasta situaciones conflictivas sociales que dificultaron el vínculo adulto entre ambos.

En este tipo de duelo el sentimiento que aparece en primer lugar una profunda negación del óbito, mucho más profunda que la anestesia y la negación del duelo normal, y se acompaña de conductas (acting out/actuaciones) que llaman la atención por la anormalidad del proceso de duelo. Así, no se va al tanatorio, se continúa en el bar al que acude habitualmente, donde se le pregunta ¿Es cierto que su ser querido está de cuerpo presente…? Se quedan leyendo tranquilamente el periódico… Recogen a los niños del colegio a la hora de entierro…Es decir “el supuesto doliente no va con el duelo”, existe una profunda escisión en la historia personal  del viviente de estos duelos dolorosos y de los días en que ocurrieron. O, si acude al tanatorio, pueden aparecer conductas excéntricas.

En el fondo estas conductas post-mortem enmascaran las profundas distorsiones en la relación en la vida: Gran distorsión con el “muerto”. Podemos decir que según el tipo de distorsión encontramos distinto duelos:

Duelo Necrofílico con una vinculación excesiva al muerto, a los cementerios, apego inadecuado al cadáver y a los objetos del muerto. Debajo encontramos una extensión del papel del amor, con la dificultad para separarse del objeto amado. Si bien es una conducta muy frecuente en madres, cuyos hijos mueren de forma repentina y están muy  apegadas a ellos,  actitud que da lugar al concepto antropológico del duelo.

Duelos sexuales por relaciones excesivamente sexualizadas o vínculos socialmente censurados como relaciones incestuosas. Pueden suponer graves desequilibrios de la personalidad. Recuerdo una adolescente que en la muerte de su abuelo, comenzó a reírse en el tanatorio motivo por el que la familia solicitó consulta. El diagnóstico fue de brote psicótico. En la reconstrucción de su mente encontramos el incesto con el abuelo, cuando este comenzó a demenciarse. Siempre había sido quien cuidaba a la nieta a primeras horas de la mañana y luego la llevaba al colegio mientras los padres se marchaban a trabajar. Dicha situación fue elaborada años después en psicoterapia y logró que la paciente se incorporara a su vida normal con éxito (5).

Duelo dependiente, en el que existió una relación de gran dependencia, aparecen sentimientos de rabia de gran intensidad, ideas de suicidio o intentos de éste “Me voy con el muerto” porque me dejó. En otras ocasiones en esta conflictiva el doliente anda errático “perdió su alma” y de nuevo “las actuaciones” los intentos de suicidio para fusionarse  con el ser querido. Con frecuencia encontramos en la clínica que a la misma edad en la que partió el ser querido del que se ha efectuado el duelo patológico, intenta “partir” el doliente ¿Quizás podemos decir que su modelo de cómo vivir la vida terminó y el sufriente se encuentra incapaz de crear su propia adultez? Indiscutiblemente hablamos de núcleos de duelo que quedaron latentes en la propia conflictiva del inconsciente del vivo. Se encuentra frecuentemente en sujetos con retraso mental y en personas normales  en las que el ser querido muerto protegía de relaciones conflictivas con otro miembro de la familia.

Duelo en relaciones de odio  dando lugar a duelos con angustias muy persecutorias, que se reproducen en sueños con reproches del muerto. Cuando las conductas en vida han sido muy agresivas con el ser querido, la situación mental en el duelo consiste en elaborar la ambivalencia, la “agresividad con alguien”. Es un doble juego: necesito del otro y a la vez muestro mi primitiva independencia. Sólo la intervención psicoterapéutica permite encontrar un punto en común desde donde entender los conflictos que hubo en la relación con el muerto y al adquirir una nueva perspectiva se desbloquea el duelo. Este tipo de duelo es frecuente en familiares de enfermos mentales bien diagnosticados o sin diagnóstico, y resulta muy difícil llevarles a entender que era el  mismo sujeto “sano/enfermo” con el que se relacionaban. De aquí la conflictiva.

Todos estos duelos confluyen en el sentimiento de culpa por la incomprensión del muerto o por nuestro egoísmo exagerado (originado por nuestros conflictos). Estos conflictos repercutieron en la relación con nuestro familiar muerto en una situación de atención inadecuada al ser querido. Las aguas de la culpa mueven el molino de la tristeza, la depresión y la génesis de reparar al muerto en la propia vida del doliente, por lo que comienza la última fase de este duelo con la creatividad, a través de una actividad que recrea los aspectos más sublimados del ausente. En ocasiones esta creatividad no es posible y el vivo imita con la misma profesión u hobbies al ser querido que perdió.

De este modo tan complejo se resuelve el duelo complicado, aunque hemos de decir que algunos quedan en el camino y no pueden reparar su relación (conflicto) con el muerto, por ello le imitan en sus procesos biológicos más primitivos, muriendo de igual muerte que el abuelo, papá, tía… con quien estuvo tan “unido”. La mímesis se extiende al área de la muerte por no permitirse disfrutar del gozo de la vida, quizá por la dificultad de asumir la culpa tan  persecutoria  que genera la incomprensión.

Este “morir como mi muerto”, que es la expresión más dramática del fracaso en el duelo, si bien es una idea romántica y creadora de poemas melancólicos, es la expresión de la mente humana en la mayor complejidad posible, donde el área psíquica involucra a la física en sus aspectos más destructivos, produciéndose procesos psicosomáticos (enfermedades serias producidas por emociones no expresadas adecuadamente) y que puede llegar a la mimesis del muerto en su propia muerte.

Dra. Eutiquiana Toledo Ruíz

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